martes, 23 de marzo de 2010

Tratar con caballeros

Lejos, muy lejos de ser el general San Martín, la vida me puso en situación de sentirme identificado con la anécdota que les agrego a continuación.

En cierta ocasión y de noche, presentose en la ciudad de Córdoba el general San Martín, sin escolta, a excepción de uno de sus ayudantes que le servía de acompañante. Nadie esperaba su visita y ella, causo sorpresa a los oficiales de la guarnición. Reúne a los jefes, a pesar de lo tormentoso del tiempo, y les anuncia que al día siguiente pensaba revisar las tropas que se encontraba en la plaza. Acto seguido se retira a sus habitaciones.
Transcurridas algunas horas, y mientras el general se encontraba pensativo al lado de la chimenea, calentándose y secando sus ropas al mismo tiempo, le pasaron una tarjeta en la cual se le pedía una audiencia urgente, “para un asunto de vida o muerte” pero lo que más impresionó a San Martín fue un párrafo el cual decía:
–”Deseo hablar con el caballero don José de San Martín, NO con el general”.
Teniendo curiosidad por conocer al autor de aquel billete, en el cual se denotaba la angustia, el general accedió a la entrevista.
Entró el visitante y dijo:
–Señor don José de San Martín, soy coronel pagador de los sueldos de las tropas que revistará mañana el general San Martín. Teniendo el vicio del juego, anoche perdí a las cartas los fondos destinados a la corporación. La visita del general me sorprende, cuando aún no vuelve el correo que envié a toda a toda prisa a vender todo cuanto poseo, y, conforme el reglamento tendría que ser degradado en público y fusilado a continuación. No me aterraría el castigo, que merezco, si no supiera que la misma descarga que acabe conmigo, terminará también con una anciana que tiene fé en mí, porque es lo único que le queda en la vida. ¿Quiere usted, prestarme el dinero para salvarme, seguro de que no sólo repondré lo perdido y nunca volveré a cometer un acto como este, si no seguro también, de que dos seres rezarán eternamente por usted?-
Y San Martín, entregándole el dinero faltante le dijo:
– Tome la cantidad, pero que no lo sepa nunca el general San Martín. Es un hombre capaz de fusilarnos a usted y a mí, si lo supiera.-


Esta va así, a capella sin figuritas ni nada. Es un post urgente, nada más.

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