martes, 16 de febrero de 2010

Cueritos de canilla, libros, tiza, borrador y el guardapolvo bien limpito

Días pasados charlaba con un amigo sobre la falta de iniciativa y de creatividad.
Se trataba de una reflexión que me llevó por los caminos de la educación. No de la formación escolar -o al menos no sólo de ella- sino también de esa educación que se recibe en casa, y en la calle y de la que se adquiere con curiosidad y con interés por saber. De saber por saber sin que necesariamente tenga un fin práctico y de saber cosas prácticas para resolver pequeñas cuestiones de la vida cotidiana. Desde cambiar el cuerito de la canilla a llenar un formulario burocrático.
Creo -y esta creencia se funda sólo en algunas observaciones y en especulaciones a priori y no pretende ser un tratado científico- que la falta de creatividad y de iniciativa derivan de la combinación de algunos de los siguientes factores:
1- El abandono de la familia del rol educador.
2- La escasa predisposición a inculcar en los niños y los adolescentes capacidades que les permitan resolver problemas prácticos.
3- La ausencia de espíritu crítico. Nadie desea preguntarse por qué, para qué, de qué modo y mucho menos traza objetivos o líneas de trabajo.
4- El menosprecio por las normas y la incapacidad de asumir compromisos profundos. A menos responsabilidad, mejor.
5- La falta de lectura en general y de formación cultural extra escolar.
6- El desarrollo de un modelo educativo que privilegia la estadística y la contención social por sobre el rol formador de la escuela.
7- El desapego al horario, el orden y la disciplina.
En ese contexto es poco posible contar hacia el futuro con generaciones de argentinos creativos, entusiastas, emprendedores...
No digo que no los haya como fenómenos individuales -los hay y muy buenos- pero necesitamos de legiones de argentinos con un alto grado de desarrollo y capacitación intelectual y  práctica para emprender los desafíos de la nueva centuria.
No son suficientes las buenas ideas si no hay capacidad práctica de ponerlas en funcionamiento.
No es suficiente la práctica si se carece de ideas.
No fructifican las ideas ni avanza la práctica cuando no se sostienen con constancia y disciplina de trabajo.
Ya imagino los comentarios que se vienen.
Aun así creo no equivocarme. Estoy convencido de que por este camino se puede construir una Argentina de Justicia y Libertad.
Y todo esto por charlar con un amigo...

Aún así se podría comer asado, tomar mates y vinos con amigos y disfrutar de un exquisito membrillo después de la cena

2 comentarios:

Andrés Fiorotto dijo...

Tal cual. Las estrategias para volver a comprometer a la familia con la educación de sus hijos es uno de los grandes desafíos que debemos encarar como sociedad. De ahí para abajo, se solucionan todos los problemas de los que tanto nos quejamos a diario, y que queremos resolver rápidamente a fuerza de palos.

Anónimo dijo...

Coincido. El problema generacional hoy existente, y no solamente en cuanto a "iniciativa y creatividad", sino a nivel general en nuestros jovenes, radica en la ausencia de la familia como rol de "formador". Y esto se debe a la falta de asumir, como menciona el blog, "compromisos profundos y responsabilidades" por parte, de aquellas personas que ejercen la patria potestad sobre los nuestros jovenes.
No es lo mismo "FORMAR" que "EDUCAR". La formación, es decir la tarea de criar, educar, desarrollar (tanto mentalmente como fisicamente)e inculcar valores morales es mera responsabilidad de los padres y/o tutores.

Hay otro factor que contribuye a la carencia de creatividad, de iniciativa e imaginacion:

Los adelantos tecnológicos mal utilizados, simplifican tanto nuestra vida, que a veces nos anulan si nos dejamos.

Hay que fomentar la lectura, el interes por la cultura, y la capacidad de creación en los jovenes en general...