sábado, 6 de febrero de 2010

La más antigua del Río de la Plata


Ingresar a Asunción es como llegar a Paraná. Un poco más grande y un poco más sucia pero con la misma geografía quebrada de lomadas y barrancas, y con las publicidades callejeras escritas en castellano y en inglés porque el guaraní es un idioma que se habla pero que no escriben.
Asunción es muy verde, antigua, descuidada, como tirada sin querer sobre la costa con forma de U que dibuja el río Paraguay.
El taxi sin aire acondicionado y en el que el taxista saco una toallita amarilla y prolija para secarse la transpiración de las cuatro de la tarde nos llevo hasta la esquina del Palacio de Justicia de mármol blanco, monolítico y mal cuidado como casi todo.
Los paraguayos de a pie son amables y muy simpáticos.
Los colectivos viejísimos paran en cualquier esquina y un pasaje cuesta unos 2100 guaraníes.
La noche nos encontró recorriendo el centro histórico bajo una llovizna que bendecía los cuerpos sudorosos.
Asunción es calor y humedad. Tan tranquila como un pueblo de provincia y bulliciosa en la mañana del lunes como cualquier capital.
Los edificios históricos son hermosos. A pesar del descuido guardan los recuerdos de la colonia y la independencia. El palacio de los López, construido en la década de 1850, es de estilo italiano, muy blanco y bellísimo cuando se ilumina por las noches.
Asunción también es una ciudad de contrastes entre los autos modernísimos y la pobreza que se desparrama en todas las veredas, en todas las esquinas.
Ciudad muy custodiada por cientos de policías en las calles en las que se olfatear cierto filoamericanismo en la residencia presidencial vecina de la embajada norteamericana y entre las cuales, dice un taxista, hay un túnel.
En la avenida mariscal López están las embajadas y también las casas de los dictadores. Aquella era de Somoza, la otra de Pinochet y esta de más acá la de Lino Oviedo o la de Stroessner.
Hay muchas Asunción para conocer descubrir y entender envueltas en aroma de mangos y de flores que flotan en el aire. En una esquina un recuerdo de los tiempos jesuíticos y del Paraguay potencia de antes de la guerra de la triple alianza y también de este Paraguay despintado y pobre de hoy.

3 comentarios:

Sabina dijo...

Qué hermoso Gabi!!!! estuve en Asunción hace dos años. Tengo un hermano viviendo allá desde entontes y ya quiero a esa capital-pueblo llena de contrastes, olor a mango y flores y yuyos medicinales amachacados con morteros en plena avenida. Tantos colores, ñandutíes, restos de colonia, arpas, tereré, empanadas tan gigantes como baratas, la sopa, el chipacero, la sociedad machista de la mujer sometida. Me duele Paraguay por lo que supo ser, como argentina me siento culpable y avergonzada de aquella alianza nefasta.
Gracais Gabi por este post tan lindo! me dieron ganas de volver, pero igual volví gracias a vos!

Chuli! dijo...

:D

Ahora ustedes dos tienen que llevarme je!

Che... soy yo o "pobreza" es una palabra que se repite bastante por estos lados.
Como nos decías el otro día, no se recuperaron de la guerra.

Unknown dijo...

Gracias Sabi y Chuli
Pobreza Desidia, miseria mugre, hambre... son palabras muy repetidas por estos barrios del mundo.
besos
Gabi