sábado, 5 de junio de 2010

Poetas con Utopías y Costumbres


Un Hermano del alma recopilaba frases mundialistas, y yo que buscaba esperanzas pensé en los poetas.
Utopía de puertas que se abren y senderos compartidos y costumbre tozuda de creer y creer y hacer y construir...
Estos son los poetas, tal vez inocentemente optimistas. Tal vez tozudos constructores.
Trabajadores incansables de la pluma y los pentagramas.
Seres sensibles, generosos y valientes, capaces de acciones en común.
Los dejo con ellos.
Hablan por nosotros, hablan de nosotros.


Fui por libros buscando cómo hablarte
Los poetas, pensé, hacen milagros,
Los poetas convencen, por ejemplo,
Que la rosa es más rosa entre los cardos

Ando con el alma en vilo
Pero no padezco de otro mal mayor
Claro, que me cuesta un poco
Convencerme a diario que así está mejor
Siento que aún puedo ser inocente
Pese a la insidia de alguna gente
Con otros muchos que por valientes
Han elegido siempre el amor

Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
cuántas noches pasarás
desesperando.
Y a la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Cada uno da lo que recibe
Luego recibe lo que da
Nada es más simple
No hay otra norma
Nada se pierde
Todo se transforma

¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón.
Tanta sangre que se llevó el río,
yo vengo a ofrecer mi corazón.

Es mejor perderse que nunca embarcar
mejor tentarse a dejar de intentar
aunque ya ves que no es tan fácil empezar

Sé que lo imposible se puede lograr
que la tristeza algún día se irá
y así será la vida cambia y cambiará

Mientras me dure la vida creo
Que habré de andar con los mismos sueños
Y aunque me quedan no pocos miedos
Ni así me muevo de lo que soy
Busco mirarme en los parecidos
Y hombro con hombro con ellos sigo
Amando el cielo que compartimos,
Créanmelo

domingo, 30 de mayo de 2010

El Faro


Era una noche fría de agosto. Estoy seguro.
Sentado en su sillón azul, en la cubierta, el capitán destapaba una botella de champaña que guardaba vaya uno a saber para que acontecimientos. El hombre estaba un poco ebrio, tal vez ni eso. Sólo confundido.
Detrás de él, recortado en el cielo, el faro.
Por delante un océano azul, oscuro, helado.
A su lado tres marineros muy jóvenes y dispuestos a llevar el barco donde el viejo, ebrio o confundido, les supiera indicar.
Era una noche de agosto. Helada.
Tomaron la champaña y pusieron proa a ese punto infinito donde la fugaz luz del faro había marcado un surco sobre las aguas.
Dicen que continúan navegando juntos por un mar eterno.

martes, 18 de mayo de 2010

Histórica y Amarga

En estos días bicentenarios a alguien en el gobierno se le ocurrió que Concepción del Uruguay reunía los méritos suficientes como para ser seleccionada entre todas las ciudades entrerrianas para ser sede de las celebraciones provinciales del 200 aniversario de la revolución de mayo.
Buena idea. Sin duda para la burocracia encargada de organizar los festejos hubiera sido más sencillo realizarlos en Paraná. Al fin, y mál que nos pese y nos acordemos cada tanto de la madre de Racedo, es la capital de la provincia.
Ahora bien, para los uruguayenses que vivimos con el síndrome de la pérdida y de ser segundones y de que todo nos roban, nos quitan, nos copian, nos arrebatan, esta debería ser una ocación de júbilo. Por una vez nos han elegido.
¿Y cómo respondemos? ¿Engalanando la ciudad? ¿arreglándo nuestros jardines y veredas? ¿Embanderando nuestras casas? No, que va. Eso harían en Colón o en Gualeguaychú o en Villa Elisa si los hubieran distinguido. Nosotros respondemos con indiferencia. Con una ciudad sucia y descuidada, con cuatro banderas puestas como con desgano. Y no hablo del engalanamiento público que corresponde al municipio. Hablo del privado, del que hacemos cada uno de nosotros en nuestro hogares. Como cuando, en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestros comercios nos quejamos de que aquí nada funciona, de que todo está mal, de que este es un pueblo de miércoles. Y aunque me niego y quiero seguir creyendo en mi ciudad van a terminar de convencerme de que en verdad somos un pueblo de miércoles. Lo que equivale a decir que todos y cada uno de nosotros somos unos ciudadanos de miércoles. Porque los pueblos se forman de ciudadanos.
Ya se. No cambia nada por una bandera más o menos. Pero esta es una oportunidad de lucirnos. No el gobierno. A esos los tenemos todos bien calados y no nos deberían meter los dedos en los ojos con una fiesta. De lucirnos nosotros, los uruguayenses. Como seguro lo harán los vecinos y como seguro hubieran puesto más empeño si los hubieran distinguido como a nosotros en este año.
Pero no. Elegimos el gesto amargo de siempre. El gesto quejoso, indiferente, el mohin insatisfecho de la gata de doña Flora.
Así somos los ciudadanos de esta histórica y amarga ciudad.
Ojalá de acá al 25 los hechos me demuestren otra cosa. Lo deseo profundamente porque amo el lugar que elegí para que sea mi rincón en el mundo. Pero excepto por un par de lugares como los chicos de Bartolo Bar no veo mucho entusiasmo en preparar la casa para celebrar una fiesta.
¡Ah! Concepción del Uruguay... Tan bella y tan austente de ti misma.

domingo, 9 de mayo de 2010

¿No aprendimos nada?

Decreto sobre supresión de honores al Presidente de la Junta y otros funcionarios públicos. 6 de diciembre de 1810
2º Habrá desde este día absoluta, perfecta, é idéntica igualdad entre el Presidente, y demás Vocales de la Junta, sin más diferencia, que el orden numerario, y gradual de los asientos.
3º Solamente la Junta reunida en actos de etiqueta y ceremonia tendrá los honores militares, escolta, y tratamiento, que están establecidos.
4º Ni el Presidente, ni algún otro individuo de la Junta en particular revestirán carácter público, ni tendrán comitiva, escolta, ó aparato que los distinga de los demás ciudadanos.
13 Las esposas de los funcionarios públicos políticos y militares no disfrutarán los honores de armas ni demás prorrogativas de sus maridos: estas distinciones las concede el estado á los empleos, y no pueden comunicarse sino á los individuos que los ejercen.
14 En las diversiones públicas de toros, ópera, comedia &c. no tendrá la Junta palco, ni lugar determinado: los individuos de ella, que quieran concurrir, comprarán lugar como cualquier ciudadano; el Excmo. Cabildo, á quien toca la presidencia y gobierno de aquellos actos por medio de los individuos comisionados para el efecto, será el que únicamente tenga una posición de preferencia.
15 Desde este día queda concluido todo el ceremonial de iglesia con las autoridades civiles: estas no concurren al templo á recibir inciensos, sino á tributarlos al Ser Supremo. Solamente subsiste el recibimiento en la puerta por los canónigos y dignidades en la forma acostumbrada. No habrán cojines, sitial, ni distintivo entre los individuos de la Junta.
Dado en Buenos Ayres en la Sala de la Junta á 6 de diciembre de 1810 = Cornelio de Saavedra. = Miguel de Azcuénaga. = Dr. Manuel de Alberti. = Domingo Mateú. = Juan Larrea. = Dr. Juan José Paso, Secretario. = Dr. Mariano Moreno, Secretario.
Gaceta de Buenos Aires 8 de diciembre de 1810


Constitución de la Nación Argentina – 1º de Mayo de 1853
Articulo 16.- La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales antes la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas.



Si entre 1810 y 1853 se dictaron tantas normas y se consagraron tantos principios tendientes a establecer la igualdad entre los ciudadanos ¿Por qué 200 años después del decreto de supresión de honores redactado por Mariano Moreno se siguen estableciendo diferencias? ¿Por qué se reserva un espacio especial a autoridades e invitados en una actividad cultural que es de caracter público y donde nada indica que a ciertas personas se les deba reservar el asiento o dar los lugares de privilegio? ¿Ni siquiera en estas pequeñas cosas podemos conservar el sagrado dogma de la igualdad del que hablaba Mariano Moreno?
Es tiempo ya, luego de 200 años, que las instituciones públicas comiencen a revisar sus protocolos y sus ceremoniales. Acercarlos más a los principios morenistas. Recordar un poco más el artículo 16 de la Constitución Nacional. Cuanto bien le haría esto a la construcción de la democracia cotidiana.
Y si creen que estoy exagerando cuenten Ustedes las tres filas completas reservadas a funcionarios y ¡A sus esposas!!!! que había en la magnífica Cantata del Bicentenario que pudimos disfrutar, desde los asientos destinados al pueblo de a pie, los que asistimos al auditorio municipal de Concepción del Uruguay el pasado 8 de mayo.

APOSTILLAS:
Magnífica la música, la orquesta, el coro, los solistas y la poesía de don Jorge Enrique Martí.
Desde el punto de vista historiográfico no apta para revisionistas ni para simples críticos de la gestión de Urquiza. Todo bien, Don Enrique, pero en Pavón el Tata nos traicionó.
Una vez más el espectáculo no comenzó con puntualidad.
¡Cuanta gente mal educada o mal aprendida que llega hasta una hora tarde! ¿A qué van?

martes, 4 de mayo de 2010

Otoño


Una poesía de Laura Erpen.
Bellamente otoñal y con aromas de cafés y chocolates.
Con sabor de buen vino compartido en los laberintos ocres de las noches brumosas de otoño. Con gotas de rocío iluminando las telarañas.
Caen las palabras azules como flores sobre colchones dorados de hojas de fresno.
Otoño. Lindo tiempo para el alma.

Bellamente,
los indios llamaban
“ mi otro corazón” a sus amigos ...
Yo lo siento así ,
aunque mi piel y mi sangre y mi pelo
no sean del linaje de la serpiente
ni hayan recorrido la América virgen,
dulcemente crecida al amparo del cielo y del sol.
“ Mi otro corazón” , digo ,
y sé que en éste que llevo entre mis manos
repiquetea la dulzura
y que todo un borde de añoranza
me crece como una luz dorada
cuando el tiempo está lejos
y llegan el otoño y su amenaza melancólica.
¿Sabrá ese otro corazón?
¿Podrá entenderlo?
Es tan fuerte el repique de la distancia
que me retumba en el pecho
y me dicta canciones en las que dejo que las palabras caigan,
azules ,
como flores ...

domingo, 25 de abril de 2010

Brumas


En las mañanas ocres de otoño el sol quiebra la bruma de los recuerdos.
La primavera volverá, porque siempre vuelve. Pero es inevitable no añorar el aroma de aquellas flores que conocimos.
Imposible regocijarse en los olores de primaveras futuras.
Entonces anoto con letra chiquita y redonda dibujada con tinta y pluma en un papelito las cosas que extraño:
Unos caramelos de cereza que tenían un olor especial.
Los paseítos de domingo con Aníbal.
Los fideos con manteca de Susana.
La primavera de 2007.
Gisela bajando las escaleras para buscar agua caliente.
La tía Nina.
Preparar materias con Fernanda y con Manuel (dos épocas diferentes).
Las pelis en la computadora.
Tomar la leche en La Toma con Román.
Las pastafrolas en la sala de preceptores.
Las noches largas de verano.
Algunos viajes maravillosos.
El vino con Andrea.
El mecano de los sueños compartidos.
Los martes a la mañana en el almacén del Negro.
El sillón de jean.
La cena de los miércoles en su esplendor.
Caminar en Florencia y escalar el Lanín.
Muchas horas de mate bien charlado.
Los copos de nieve y la calecita de la plaza.
La niebla mojándome el pelo camino de la Escuela Normal.
Los mensajes de texto que guardaba y se me borraron.
Los correos que desaparecieron entre tantas reparaciones de la PC.
Los palitos de la Facultad.
Los cubos de madera del living.
Las lasagnas dedicadas.
Las partidas de TEG.
Algunas películas inolvidables a saber: Kamchatka, El Perro, Un Lugar en el Mundo, La Novicia Rebelde...
Y seguro que podría seguir anotando cuantas horas me quedara aquí.
Nostalgias de domingo de otoño. Afuera no llueve. Tal vez mañana ni siquiera haya niebla. Pero será lunes, y los lunes la vida no perdona ni las saudades ni las morriñas.





sábado, 17 de abril de 2010

El celular de Hansel y Gretel

El texto me lo envió esta tarde mi hermana. Ya lo conocía y además de un fino sentido del humor encierra un poco de verdad. Sin embargo la tecnología no podrá destruir a la literatura porque aun con tantas formas de comunicarnos los seres humanos guardamos secretos inconfesables, amores impronunciables, rencores vergonzantes, deseos imposibles de escribir, egoísmos y generosidades que no se podrán jamás siquiera escribir en mal castellano en el teclado de un celular o en un correo electrónico.
Al fin el amor y el odio salvarán a la literatura a pesar de los celulares.
Y también la salvarán las redes inalámbricas caídas, los cortes infinitos de Internet y claro, la falta de crédito.


El celular de Hansel y Gretel
Por Hernán Casciari (*)
(*) Autor de la obra "Mas respeto que soy tu madre" que interpreta con tanto exito Antonio Gasalla.
Anoche le contaba a mi hijita Nina un cuento infantil muy famoso, el de Hansel y Gretel de los hermanos Grimm.
En el momento más tenebroso de la aventura, los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer.
Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: 'No importa. Que lo llamen al papá por el celular'.
Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura -toda ella, en general- si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años.
Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte. No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.
¿Ya está?
Muy bien. Ahora ponga un celular en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.
¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo?.
La Nina, sin darse cuenta, me abrió anoche la puerta a una teoría espeluznante: la telefonía inalámbrica va a hacer añicos las viejas historias que narremos, las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor.
Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.
Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria.
Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.
Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.
Y el chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí.
Y Gepetto recibe una alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.
Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.
Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa.
La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. (Perdón por el espoiler).
Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:
M HGO LA MUERTA, PERO NO TOY MUERTA. NO T PRCUPES NI HGAS IDIOTCS. BSO.
Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción 'Banda ancha móvil' de Movistar.
Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados.
La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Aracataca y entonces la novela de García Márquez se llamaría 'Cien años sin conexión': narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmornig) pero a nadie le funciona el Messenger.
La famosa novela de James M. Cain -'El cartero llama dos veces'- escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.
Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos por un título más acorde a los avances técnicos.
Por ejemplo, 'Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura', la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.
En la obra 'El jotapegé de Dorian Grey', Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.
La bruja del clásico Blancanieves no consultaría todas las noches al espejo sobre 'quién es la mujer más bella del mundo', porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90 la conexión y 0,60 el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.
También nosotros nos cansaríamos, nos aburriríamos, con estas historias de solución automática. Todas las intrigas, los secretos y los destiempos de la literatura (los grandes obstáculos que siempre generaron las grandes tramas) fracasarían en la era de la telefonía móvil y del wifi.
Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contra reloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.
Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa. La telefonía inalámbrica -vino a decirme anoche la Nina, sin querer- nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.
Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?
No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso, un mensaje breve desde el sofá. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que ella, la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador.
¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre? Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.
Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está envenenada, no vuelvo esta noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama. Papá, ven a buscarnos que unos pájaros se han comido las migas de pan.
Nuestras tramas están perdiendo el brillo -las escritas, las vividas, incluso las imaginadas- porque nos hemos convertido en héroes perezosos.

domingo, 11 de abril de 2010

La Dama Blanca

















Yo la llamo simplemente la Dama Blanca.
Es un ser especial. Es la guardiana de los silencios. De los secretos impronunciables.
Capaz de contener esas palabras que no se deben decir. Compañera. Tejedora de nieblas plateadas uniendo gotas de rocío con carcajadas.
Está cuando los ríos internos se desbocan y los vuelve a su cauce. Está cuando acechan los fantasmas. Está cuando no quisiera estar allí.
Con su silencio seguro es escudera de mis demonios. Parece que no supiera nada y conoce las fibras más finas y tensas. Y calla por complicidad y por convicción.
Es ella misma una luz inmensa, brillante, blanca como el sol del mediodía que en silencio ilumina y entibia las noches y los rincones oscuros y fríos.
Es un poco hada y a veces bruja mi Dama Blanca.

martes, 23 de marzo de 2010

Tratar con caballeros

Lejos, muy lejos de ser el general San Martín, la vida me puso en situación de sentirme identificado con la anécdota que les agrego a continuación.

En cierta ocasión y de noche, presentose en la ciudad de Córdoba el general San Martín, sin escolta, a excepción de uno de sus ayudantes que le servía de acompañante. Nadie esperaba su visita y ella, causo sorpresa a los oficiales de la guarnición. Reúne a los jefes, a pesar de lo tormentoso del tiempo, y les anuncia que al día siguiente pensaba revisar las tropas que se encontraba en la plaza. Acto seguido se retira a sus habitaciones.
Transcurridas algunas horas, y mientras el general se encontraba pensativo al lado de la chimenea, calentándose y secando sus ropas al mismo tiempo, le pasaron una tarjeta en la cual se le pedía una audiencia urgente, “para un asunto de vida o muerte” pero lo que más impresionó a San Martín fue un párrafo el cual decía:
–”Deseo hablar con el caballero don José de San Martín, NO con el general”.
Teniendo curiosidad por conocer al autor de aquel billete, en el cual se denotaba la angustia, el general accedió a la entrevista.
Entró el visitante y dijo:
–Señor don José de San Martín, soy coronel pagador de los sueldos de las tropas que revistará mañana el general San Martín. Teniendo el vicio del juego, anoche perdí a las cartas los fondos destinados a la corporación. La visita del general me sorprende, cuando aún no vuelve el correo que envié a toda a toda prisa a vender todo cuanto poseo, y, conforme el reglamento tendría que ser degradado en público y fusilado a continuación. No me aterraría el castigo, que merezco, si no supiera que la misma descarga que acabe conmigo, terminará también con una anciana que tiene fé en mí, porque es lo único que le queda en la vida. ¿Quiere usted, prestarme el dinero para salvarme, seguro de que no sólo repondré lo perdido y nunca volveré a cometer un acto como este, si no seguro también, de que dos seres rezarán eternamente por usted?-
Y San Martín, entregándole el dinero faltante le dijo:
– Tome la cantidad, pero que no lo sepa nunca el general San Martín. Es un hombre capaz de fusilarnos a usted y a mí, si lo supiera.-


Esta va así, a capella sin figuritas ni nada. Es un post urgente, nada más.

viernes, 19 de marzo de 2010

Madrugada de sábado con Mario Benedetti


La esperanza tan dulce
tan pulida tan triste
la promesa tan leve
no me sirve

no me sirve tan mansa
la esperanza

la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve

no me sirve tan sabia
tanta rabia

el grito tan exacto
si el tiempo lo permite
alarido tan pulcro
no me sirve

no me sirve tan bueno
tanto trueno

el coraje tan dócil
la bravura tan chirle
la intrepidez tan lenta
no me sirve

no me sirve tan fría
la osadía

si me sirve la vida
que es vida hasta morirse
el corazón alerta
si me sirve

me sirve cuando avanza
la confianza

me sirve tu mirada
que es generosa y firme
y tu silencio franco
si me sirve

me sirve la medida
de tu vida

me sirve tu futuro
que es un presente libre
y tu lucha de siempre
si me sirve

me sirve tu batalla
sin medalla

me sirve la modestia
de tu orgullo posible
y tu mano segura
si me sirve

me sirve tu sendero
compañero.

sábado, 13 de marzo de 2010

Recuerdito de Bonafide



Un viernes puede ser un día cualquiera.
Un viernes de estos, como tantos, en los que no tenía placer de radio, cruce de costa a costa ida y vuelta para cumplir con el Estado, darle una mano a una amiga, registrar los títulos de otros amigos y algún otro compromiso.
Un viernes de 600 kilómetros y varias horas de mal sueño en colectivos que van perdiendo el buen servicio que los hiciera famosos.
La tarde fue una charla Entre Nosotros y la noche un asado prometido y bien regado con variedad de vinos tintos.
Después un paseo. Recorrida por la madrugada de una ciudad que los adolescentes toman por asalto ante la ausencia de las familias y la desidia de la ley.
¿Quién podía imaginar que en una estación se servicio podían asaltarme los recuerdos?
Fue en la AM/PM que está frente al cementerio.
Entre muchos chocolates me guiñó un ojo un bocadito de Bonafide que me decía: "llevame con vos". Y me lo llevé, más por el recuerdo que por las ganas.
Corrían los años 70 cuando mamá me llevaba al centro y de paso por calle Galarza, frente al Colegio Nacional, entrabamos en Bonafide y me compraba un bocadito de chocolate y dulce de leche.
¡Que lindos años de la infancia!
Este viernes el bocadito me devolvió a aquellos años. Sin embargo, cuando lo mordí sentí que algo no estaba funcionando. Faltaba algo y no sabía que.
De pronto lo comprendí. No había olor a café, yo no tenía cuatro años y mamá no me llevaba de la mano.
Igual. Gracias bocadito de Bonafide por el dulce recuerdo.
Hoy lo podría comer el Juani como lo comía el tío cuando tenía su edad.

lunes, 8 de marzo de 2010

Jaime


El sábado murió Jaime Escales.





Fue mayordomo del Colegio del Uruguay por cerca de veinte años más o menos.
Muchas veces me enojé con él. No era un empleado ejemplar y sin embargo amaba el jardín del Colegio. En el otoño daba vuelta la tierra de los canteros y la mezclaba con las hojas secas y dejaba un colchoncito suave para que volviera a crecer el pasto. Era cascarrabias pero también tenía buen humor.
Podaba las rosas a veces y la santa-rita de la pérgola.
Hoy nadie lo recordó.
Durante veinte años toco la vieja campana para llamar a clases pero hoy nadie lo recordó.
Ni siquiera ante la muerte de un compañero se conmovió el egoísmo del rector para decir a todos que un compañero se había marchado. Sólo eso hubiera bastado.
Hasta siempre Jaime. Saludos a Rosarito. Desde algún lado nos estarán acompañando.
Te recordaremos.

viernes, 26 de febrero de 2010

Artes Cotidianas

Entre las infinitas acciones con que nos relacionamos los seres humanos, hay particularmente dos que me llaman la atención. Una de ellas es la situación de pedir cosas que no deberíamos y con las cuales ponemos al otro en un compromiso. Admito que lo hago muchas veces. De bruto nomás,  de desatento, de distraído.
La otra es lo difícil que es decir que no. También caigo en la trampa del sí que me evita malos tragos  sociales pero que me entrampa en  malos tragos personales.
El mundo sería más sencillo si no pidieramos y no nos pidieran aquello que no deseamos hacer, o dar, o lo que fuere y si cuando esas cosas ocurren tuvieramos también el valor de decir no y la serenidad para aceptar que nos digan que no.
Entre el dar y el pedir a veces un NO a buen tiempo hace la diferencia. ¿Pero quién es tan guapo para decir todos los NO que debieramos?
Mientras  voy anudando infinidades de si. Unos dichos con convicción, otros con amor sincero y algunos cuantos porque no me quedaba mas remedio o porque me faltaba valor para el NO.
Pero si algunos de mis si me han movido a dudas en algún laberinto de mi existencia, tengo una gran seguridad por los no que he pronunciado.
Decir NO es un arte, puede ser muy bueno y es un aprendizaje.
A veces también ayudaría el desarrollo del otro arte. El de no pedir lo que otros no querrían dar.
Bicho raro el ser humano

martes, 16 de febrero de 2010

Cueritos de canilla, libros, tiza, borrador y el guardapolvo bien limpito

Días pasados charlaba con un amigo sobre la falta de iniciativa y de creatividad.
Se trataba de una reflexión que me llevó por los caminos de la educación. No de la formación escolar -o al menos no sólo de ella- sino también de esa educación que se recibe en casa, y en la calle y de la que se adquiere con curiosidad y con interés por saber. De saber por saber sin que necesariamente tenga un fin práctico y de saber cosas prácticas para resolver pequeñas cuestiones de la vida cotidiana. Desde cambiar el cuerito de la canilla a llenar un formulario burocrático.
Creo -y esta creencia se funda sólo en algunas observaciones y en especulaciones a priori y no pretende ser un tratado científico- que la falta de creatividad y de iniciativa derivan de la combinación de algunos de los siguientes factores:
1- El abandono de la familia del rol educador.
2- La escasa predisposición a inculcar en los niños y los adolescentes capacidades que les permitan resolver problemas prácticos.
3- La ausencia de espíritu crítico. Nadie desea preguntarse por qué, para qué, de qué modo y mucho menos traza objetivos o líneas de trabajo.
4- El menosprecio por las normas y la incapacidad de asumir compromisos profundos. A menos responsabilidad, mejor.
5- La falta de lectura en general y de formación cultural extra escolar.
6- El desarrollo de un modelo educativo que privilegia la estadística y la contención social por sobre el rol formador de la escuela.
7- El desapego al horario, el orden y la disciplina.
En ese contexto es poco posible contar hacia el futuro con generaciones de argentinos creativos, entusiastas, emprendedores...
No digo que no los haya como fenómenos individuales -los hay y muy buenos- pero necesitamos de legiones de argentinos con un alto grado de desarrollo y capacitación intelectual y  práctica para emprender los desafíos de la nueva centuria.
No son suficientes las buenas ideas si no hay capacidad práctica de ponerlas en funcionamiento.
No es suficiente la práctica si se carece de ideas.
No fructifican las ideas ni avanza la práctica cuando no se sostienen con constancia y disciplina de trabajo.
Ya imagino los comentarios que se vienen.
Aun así creo no equivocarme. Estoy convencido de que por este camino se puede construir una Argentina de Justicia y Libertad.
Y todo esto por charlar con un amigo...

Aún así se podría comer asado, tomar mates y vinos con amigos y disfrutar de un exquisito membrillo después de la cena

viernes, 12 de febrero de 2010

Un Lugar en el Mundo

http://www.youtube.com/watch?v=CuJDPG9zR8M

Es el título de una película, es el tema de otra y una búsqueda de muchos.
Para algunos, los desapegados, los que tienen la suerte o la desgracia de no identificarse o de no echar raíces, el lugar en el mundo es cualquier sitio donde puedan satisfacer algunas de sus necesidades. Donde está el trabajo, donde los arroje la vida.
Para otros. Para los que hundimos la raíz en lo más profundo como el árbol que busca el agua lejos de las napas superficiales, hay un sitio que es distinto de los otros que es nuestro y al que a su vez pertenecemos.
Algunas veces ese es el lugar donde hemos nacido. Otras un lugar que por circunstancias de la vida elegimos para vivir. Es el lugar donde crecimos o donde encontramos el amor o donde fundamos una familia o donde están los amigos.
Podemos rodar por el mundo y sin embargo sabemos que queremos vivir y morir allí.
En tanto transcurren nuestros días ese lugar nos da alegrías y nos arranca los dolores  de aquello que se quiere. Cuando estamos lo criticamos y cuando nos vamos  lo buscamos en todos los rincones.
Yo encontré mi lugar en el mundo. Se llama Concepción del Uruguay. Es un pueblo pequeño de provincia que supo de glorias y de gestas heroicas y que hoy se hunde en la tristeza de no encontrar su rumbo.
Es mi lugar. En él construyo mi historia, sueño mis sueños y combato mis pesadillas.
Aquí supe de las dulzuras del amor y de las tardecitas que se van quebrando en los reflejos del río. De ese aroma a jazmines que me envuelve cada primavera. De las mañanas de guardapolvos blancos y los cafecitos de rabona en la Ris.
Este es mi lugar. Donde encontré a mis amigos y donde abro las puertas de mi casa para compartir la mesa, un mate, las charlas, y los proyectos.
Aquí  he reído y crecido.
Sé también que muchos otros sienten este lugar como su lugar en el mundo. Mis padres con más de cuarenta años de uruguayenses adoptivos. Amigos nuevos llegados de no tan lejos y amigos viejos que desandan el camino que los llevó lejos de casa.
Aquí hay un sauce volcado perezoso sobre el río donde el pájaro puede construir el nido.


Este post es nada más que un abrazo para aquellos que un día encontraron su lugar y se dieron cuenta porque de allí no se podían ir.
 http://www.youtube.com/watch?v=6JICiN-cx8A

miércoles, 10 de febrero de 2010

Uvas con sabor de Carnaval



Hace muchos años, treinta o tal vez más, el carnaval era un juego de vereda a vereda.
Era un tiempo en que los "grandes" jugaban batallas de agua a balde pelado y nadie se quejaba porque de camino al trabajo lo sorprendiera una guerra en la cuadra de los tales o los cuales en que se armaba la fiesta.
Se jugaba desde después de comer hasta entrada la tardecita. Después a bañarse porque marchábamos todos al corso que se hacía, como Dios manda, en la plaza adornada con luces de colores y grandes faroles chinos.
No había comparsas. En el desfile de carrozas destacaban las de Guinea que eran obras de arte. Las chicas más lindas de la ciudad se postulaban para reinas y las murgas barriales, que no eran murgas a la uruguaya, ponían el sonido monótono y pegadizo del parapám parapám.
Al corso íbamos todos. Los pobres, los ricos y la clase media. Desde el edificio del Centro Comercial arrojaban baldazos generosos para que el agua mojara a quien quiera que estuviera abajo y el placero tenía que quitar las manijitas de las canillas para que los chicos no inflaran globos en la plaza.
Después la fiesta se seguía en los bailes de División, de Rivadavia o Bajada Grande con orquesta en vivo, espuma y mascaritas gratis.
En mi cuadra jugábamos los Pérez, los Rodríguez, los Ferrari, los Jones, los Delerse, los Savio, los Ducret y los Richard. Muchos cargaban agua en la canilla del patio abierto de la Cata. Una especie de zona neutral en la guerra de mojar.
En ese patio había un parral.
Hace un par de días corte uvas en la casa de Cuqui. Mientras lavaba los racimos comía algunas y de pronto sentí en mi boca el sabor pícaro y alegre de aquellos carnavales de mi infancia.
Las uvas del parral de Cuqui tienen sabor de carnaval.


Un apunte más: El carnaval era feriado y su celebración no se salía del mes de febrero.

lunes, 8 de febrero de 2010

Hasta siempre Simón



Muchas cosas quedan en el corazón.
Gracias y hasta siempre.
Te quiero.

Es la bandera de la patria mía, del sol nacida, que me ha dado Dios...


Cruzando el claustro, en el centro de cuyo patio canta solitaria una fuente de piedra, se abre el portal de acceso a la que alguna vez fue el aula magna de la Universidad de Charcas. Una guía morena pero de razgos europeos explica como allí el vencedor de Ayacucho, Antonio José de Sucre, proclamó solemnemente la independencia del Alto perú con el nombre de Bolivia. Mientras avanza en su relato también camina en dirección de la sala contigua, más modesta que el gran salón que adornan los retratos de Bolívar y Sucre. Pasa de una sala a la otra olvidando que allí ocurrió un hecho más trascendente que la independencia de Bolivia. Pasa por allí sin contar que un 25 de Mayo de 1809 Bernardo de Monteagudo y otros patriotas darían inicio a la revolución de la América española. Del mismo modo olvida una sala pequeñita y oscura que guarda una historia olvidada.
En ese pequeño cuarto que la guía de turismo de la Casa de la Libertad de Sucre ignora, hay una vitrina de madera labrada y en su interior un paño raído, solemnemente desplegado sobre un fondo de rojo terciopelo con los bordes arañados por las guerras y el tiempo.
Hace ciento noventa y ocho años, en las barrancas de Rosario de Santa Fe Manuel belgrano inauguraba las baterías "Libertad" e "Independencia" para proteger las costas litorales del avance español enviado desde Montevideo. El 27 de febrero, no teniendo bandera, mandola a "hacer celeste y blanca conforme los colores de la escarapela nacional". Antes de que llegara la orden tajante del secretario del TRiunvirato, Bernardino Rivadavia, Belgrano debió partir hacia el norte y allí hizo bendecir por el cura Gorriti otra bandera. Con ambas marcho a la lucha. En septiembre de 1812 triunfó en Tucumán y repitió la victoria en febrero de 1813 en Salta. Continuó su avance hasta que fue destrozado por el enemigo entre octubre y noviembre de 1813 en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma. Hasta allí llegaron aquellas banderas de Rosario y Jujuy; y en ese lugar fueron salvadas de la desonra por un curita patriota que las escondió detras de un cuadro de Santa Teresa en la capilla del pueblo de Macha a once kilómetros del campo de batalla de Ayohuma.
En 1883 las banderas fueron encontradas por el cura de Macha y remitidas a Sucre en 1885. El gobierno de Bolivia reintegro una de ellas a la Argentina y hoy se conserva en el Museo Histórico Nacional. La otra, la blanca celeste y blanca izada por Belgrano a orillas del Paraná, duerme su sueño de altiplano lejos de las verdes barrancas que la vieron nacer. Tal vez debiera regresar a Rosario de Santa Fe el próximo 27 de febrero de 2012 cuando se cumplan doscientos años de su creación.
Mientras tanto duerme sileciosa su sueño de gloria en aquella vitrina de la habitación chiquita en la Casa de la Libertad.
Algunos hemos tenido el privilegio de conocerla y en un silencio infinito sentir la sangre hinchar el corazón. Sea este mi homenaje a aquella primera bandera de la patria y a Don Manuel Belgrano.

sábado, 6 de febrero de 2010

La más antigua del Río de la Plata


Ingresar a Asunción es como llegar a Paraná. Un poco más grande y un poco más sucia pero con la misma geografía quebrada de lomadas y barrancas, y con las publicidades callejeras escritas en castellano y en inglés porque el guaraní es un idioma que se habla pero que no escriben.
Asunción es muy verde, antigua, descuidada, como tirada sin querer sobre la costa con forma de U que dibuja el río Paraguay.
El taxi sin aire acondicionado y en el que el taxista saco una toallita amarilla y prolija para secarse la transpiración de las cuatro de la tarde nos llevo hasta la esquina del Palacio de Justicia de mármol blanco, monolítico y mal cuidado como casi todo.
Los paraguayos de a pie son amables y muy simpáticos.
Los colectivos viejísimos paran en cualquier esquina y un pasaje cuesta unos 2100 guaraníes.
La noche nos encontró recorriendo el centro histórico bajo una llovizna que bendecía los cuerpos sudorosos.
Asunción es calor y humedad. Tan tranquila como un pueblo de provincia y bulliciosa en la mañana del lunes como cualquier capital.
Los edificios históricos son hermosos. A pesar del descuido guardan los recuerdos de la colonia y la independencia. El palacio de los López, construido en la década de 1850, es de estilo italiano, muy blanco y bellísimo cuando se ilumina por las noches.
Asunción también es una ciudad de contrastes entre los autos modernísimos y la pobreza que se desparrama en todas las veredas, en todas las esquinas.
Ciudad muy custodiada por cientos de policías en las calles en las que se olfatear cierto filoamericanismo en la residencia presidencial vecina de la embajada norteamericana y entre las cuales, dice un taxista, hay un túnel.
En la avenida mariscal López están las embajadas y también las casas de los dictadores. Aquella era de Somoza, la otra de Pinochet y esta de más acá la de Lino Oviedo o la de Stroessner.
Hay muchas Asunción para conocer descubrir y entender envueltas en aroma de mangos y de flores que flotan en el aire. En una esquina un recuerdo de los tiempos jesuíticos y del Paraguay potencia de antes de la guerra de la triple alianza y también de este Paraguay despintado y pobre de hoy.

viernes, 5 de febrero de 2010

Iblin de Potosí


Se llama Iblin y no tiene más de 30 años. Es hija de mineros y ella misma trabajo seleccionando metales. Es viuda de un minero que no murió de silicosis sino de alcoholismo, otra de las enfermedades que afectan a los mineros. Iblin tiene dos hijos que van a la escuela porque ella no quiere que trabajen en la mina. Es guía de turismo en los laberintos helados, sofocantes y sulfurosos que que conducen al interior del infierno o al corazón del cerro Rico de Potosí, que es lo mismo. Un camino que esconde muertes horrendas como las que se desprenden del polvo y los vapores de arsénico, plomo y mercurio.

Los incas no quisieron sacar los metales del cerro Rico por temor a una profecía. Los españoles obligaron a trabajar a los indios y desde el virreinato de Toledo se implantó la mita. Durante el siglo XIX los barones del estaño Mauricio Hoschild, Carlos Víctor Aramayo y Simón Patiño esclavizaron a la población hasta que en 1952 se nacionalizaron las riquezas del cerro Rico.
Quinientos años de extracciones minerales. Quinientos años de injusticia y de muerte.
En el interior los mineros veneran al Tio de la Mina. Una especie de demonio que los curas usaban para meterles miedo y que los indígenas transformaron en ídolo de la suerte. Allí en las profundidades le levantaron un altar y lo ofrendan con coca, alcohol, cigarros y serpentinas de colores. Afuera, a la luz del sol, bailan por nuestra Señora del Rosario.
Allí en el cerro Rico o en el cerro hambriento de Potosí los hombres siguen muriendo envenenados antes de los 45 años.

Iblin no quiere que sus hijos mueran jóvenes. Cambió sus tareas de minera por las de guía turística. Masca coca y arroja dinamita como cualquier hombre pero sus changos van a la escuela.
Iblin quiere cortar la cadena de venenos que sacrificó a sus antepasados a la plata y al estaño.
El cerro Rico es claustrofóbico. Uno de los trabajos más duros que puedan imaginarse. Mete miedo y da vergüenza de los anillos de plata.

En la cabeza no para el estribillo de aquella canción: "aunque mi amo me mate yo a la mina no voy. Yo no quiero morirme en un socavón".

El cerro Rico de Potosí se encuentra a 4800 msnm. Domina toda vista desde la ciudad con su forma cónica casi perfecta. A sus pies una ciudad tranquila y parsimoniosa que se despierta tarde y reposa temprano a 4067 msnm.

Mil iglesias y callecitas que caracolean sus empedrados.